A lo largo de nuestra vida vamos evolucionando, aprendiendo, avanzando. Pareciera que estamos mucho tiempo de nuestra existencia intentando entender cosas, el por qué de todo, el cómo, o el cuándo de distintas situaciones. Nos hacemos incesantes interrogaciones viviendo solo pensando en resolver o en encontrar una razón para "ser o hacer". Sin embargo hay días, en los que de repente y de forma alterna, ya no necesitamos preguntarnos tantas cosas y empezamos a entender ciertas situaciones y sobretodo, empezamos a ACEPTARLAS. Es como si todo fuera encajando poco a poco en un puzzle gigante, un rompecabezas que al principio no sabíamos ni cómo empezar a armar. Y es así como sin darnos cuenta vamos creciendo, avanzando y entendiendo que vivir es algo mucho más relajado de lo que pensábamos antes, donde cada pregunta que nos hicimos en un momento dado, comienza a tener respuesta o simplemente ya no tiene sentido planteársela.
Esos días en los que todo encaja, nos sentimos bien y relajados, sin embargo sabemos que no durarán mucho tiempo porque nuestra naturaleza es buscar problemas donde no los hay y seguramente volverán los días de estrés y preguntas. Los días buenos de entender y aceptar están en menor proporción en nuestro recorrido de vida y es necesario aprovecharlos en favor de nuestro aprendizaje .
Quería escribir esta nota para proponerte un trabajo terapéutico. Te propongo centrarte en esos días buenos, esos días donde todo tiene sentido, donde todo encaja y escribe o haz un pequeño listado de cada una de las razones por las que te sientes bien. Esfuérzate en encontrar el sentido de cada situación y déjala por escrito.
Te recuerdo que sentirse bien no significa no tener problemas, significa darle la vuelta a las dificultades para rescatar lo bueno de cada situación. Te propondré algunas situaciones a modo de ejemplos para que sepas a qué me estoy refiriendo cuando digo "extraer lo mejor de cada situación".
Ejemplos:
- Tengo a mi madre enferma, pero puedo rescatar que cada día puedo hablar unos minutos con ella o puedo ir a abrazarla aunque ella me observe con ojos ausentes. Siento su olor, su calor.
-Estoy sin trabajo y aunque la preocupación es extrema, eso me ha permitido poder estar un tiempo en casa disfrutando de cosas que no puedo en otros momentos: ver llegar a mis hijos del colegio, preparar una comida y estar en familia, poder leer, etc.
-Me han diagnosticado una enfermedad crónica (hipertensión, artrosis, hipotiroidismo, cáncer, celiaquía, etc.) y gracias a eso, he empezado a cuidarme un poco más y a valorar la vida de otra manera. Me centro en el presente y en todo lo que puedo disfrutar mientras siga estando bien o medianamente bien.
...y así, podría darte infinidad de ejemplos en los que todo va a cobrar sentido si consigues conectarte al presente, a lo que tienes en este momento o simplemente a lo que no tienes. No pretendo minimizar situaciones altamente complejas o problemáticas que se presentan en la vida, simplemente intento transmitirte que a veces nuestra cabeza hace que ciertas situaciones sean mucho más catastróficas de lo que realmente son. Sin embargo, habrá días en los que esos pensamientos límites no estarán en nuestra cabeza y sentiremos que todo encaja con una sensación de bienestar inusual. Es en esos días cuando tienes que intentar trabajar emocionalmente a tu favor y analizar para después recordar más adelante en los días menos buenos. Con ese simple análisis que harás, tu cerebro dejará nota de cada uno de esos "mejores pensamientos" y en situaciones venideras, podrá echar mano de ellos.
Espero que estas simples reflexiones, te ayuden a tener un presente y un futuro mucho más satisfactorios.
Un abrazo
Carmen Paz Alza Millie
Psicóloga.