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martes, 21 de febrero de 2017

Vida y duelo.

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Cuando hablamos de duelo muchas veces lo asociamos a la pérdida de un ser querido, pero realmente un duelo es el espacio que deja alguien o algo en nuestras vidas, es el vacío que se siente cuando eso que era importante para nosotros ya no está.

La vida nos va preparando para diferentes tipos de duelo: cuando dejamos una etapa de nuestras vidas atrás como por ejemplo pasar de niño a jóven; cuando dejamos un lugar que hemos asociado con alguna etapa de nuestras vidas por ejemplo un lugar, una vivienda, un país; cuando terminamos una relación que dejó huella por ejemplo una separación o el término de un noviazgo; y así, estamos viviendo continuos duelos, hasta que llega el momento en el que perdemos definitivamente a un ser querido y ese es el duelo que más nos cuesta superar, porque sabemos que esa persona deja un espacio en nosotros que aunque queramos, nunca más podremos volver atrás. 

Si nos ponemos a pensar, la vida es un duelo constante porque ningún momento se repite. No somos conscientes de lo que significa compartir con alguien o vivir un momento determinado hasta que se aleja y nos damos cuenta que por mucho que lo intentemos, ya no volverá, se alejó, se fue, desapareció, murió. Por esa razón tan importante, debemos disfrutar cada momento en nuestras vidas, disfrutar de cada relación, de cada persona que aparece en nuestro camino, porque antes o después, todo cambia y todo se transforma. 

Conocidas son las fases de un duelo cualquiera: impacto, negación, pena, depresión, culpa, rabia, resignación y reconstrucción. Cuanto más haya sido nuestro disfrute de cada momento en nuestras vidas, estas etapas inevitables de un duelo serán tanto más llevaderas o cortas. Siempre llega la reconstrucción o la superación en un duelo, sin embargo, es inevitable pasar siempre por la pena, el dolor y la rabia.

Asociar vida y duelo es reconocer que todo pasa, lo malo y también lo bueno. Es saber que tenemos disfrute en la vida, pero que en algún momento eso seguramente va a cambiar. Con estas palabras no te invito a vivir en la pena ni en el temor a la pérdida, no, solo te invito a vivir cada momento, a disfrutarlo como si no existiera un mañana. Si llega el momento de la pérdida, de vivir ese vacío, lo harás con plena conciencia y el dolor o la rabia se compensarán con los buenos momentos vividos. 

Cuando vivimos con plena conciencia las diferentes etapas de nuestra vida, con pleno disfrute, el cambio se produce de forma paulatina y el duelo forma parte de la misma etapa. Pasar de niño a adolescente, de adolescente a jóven, después a adulto y finalmente a la madurez y vejez. No notamos el cambio ni el vacío, porque lo hemos llenado de vivencias y recuerdos importantes. 

Cuando vivimos con plena conciencia una relación o un parentesco, con pleno disfrute, el vacío que deja esa persona se convierte en un espacio repleto de vivencias, de recuerdos importantes.

Solo debemos ser conscientes de que lo que hoy está, posiblemente mañana cambie....vive como si no existiera un mañana. Vive y disfruta cada momento y piensa que todo en la vida está en continuo cambio.

Carmen Paz Alza M.
Psicóloga
febrero 2017