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lunes, 4 de marzo de 2019

...experiencia y juventud...




Resultado de imagen de la vida pasa tan deprisa que a veces el alma no tiene tiempo de envejecer 
Cuando nuestras metas son tan a largo plazo, se nos pasa la vida en una búsqueda incesante. Nuestro físico cambia, envejece y nuestra alma sigue en la búsqueda de la vida y la felicidad. Cuando no arriesgamos y queremos permanecer siempre en nuestra zona de confort, nos sentimos seguros y nada parece afectarnos, pero no nos damos cuenta que nuestra alma jóven, viajera, revoltosa, apasionada...quiere vivir y ahí es cuando se produce una separación de nuestro cuerpo en zona segura y de nuestra alma llena de proyectos por realizar.

Todos los momentos son únicos, los buenos, los regulares y los malos. Nuestra vida es la suma de esos momentos. Marcarte metas para conseguir la felicidad a largo plazo, te hace perder momentos que se presentan en el camino. No te das cuenta que eso es la felicidad en realidad... la suma de momentos buenos, la suma de aprendizajes, la suma de vida. 

La felicidad no es un estado, son momentos que se presentan cada día y hay que aprender a reconocerlos: un abrazo de un hijo, un beso de la persona que amas, un café con un amigo, un libro que te estremece, una canción que te hace bailar, el sol calentando tu espalda, un amigo nuevo en tu recorrido, una emoción nueva o inesperada... son innumerables los momentos que hacen cada día de tu vida un lugar agradable donde viven cuerpo y alma. No dejes que esa unidad desaparezca, porque eso significará que tampoco vivirás tu vejez, no serás capaz de disfrutar de los maravillosos momentos de una vida madura....tu alma seguirá en busca de quien sabe qué....

Cuando somos adolescentes o jóvenes, todo son emociones nuevas y la vida pasa lenta: los veranos quedan marcados en nuestros recuerdos, el curso en el colegio es una vida entera!, los juegos con los amigos eran lo máximo, el primer amor, el primer beso, el primer todo. Ahora en la vida adulta, recordamos esa etapa como momentos de gran intensidad donde la vida pasaba en su tiempo justo, sin prisa y sin pausa...en ese momento el cuerpo era tan jóven como tu alma. 

Ahora que eres adulto seguro sientes que tu vida pasa muy deprisa. Tal vez es porque es una vida con falta de emociones, rutinaria,  sin momentos especialmente recordables, problemas, tristezas. Una vida rutinaria se siente así, pasa sin darnos cuenta y puedes hacer mucho para cambiarlo. Retoma tu alma jóven y encuentra el equilibrio. No pienses que ya no se puede hacer nada, abre tu mente y deja entrar emociones nuevas, personas nuevas, actividades lúdicas, empieza algo que te de pereza, cuidate, mímate, dedicate tiempo, disfruta de la naturaleza, ríe, llora, besa, abraza, comparte, comunícate, disfruta, quiere...haz todo lo que tienes olvidado y que en algún momento tu alma jóven amaba hacer. 

Puedes hacer una combinación perfecta de experiencia y juventud.

CPaz Alza Millie.
Psicóloga.